Hasta hace unos años la navidad no era para mi más que esa época del año en la que celebras y te juntas con familia y amigos. No me gustaba especialmente y no conectaba ni con el lado religioso ni con el comercial.
Igual que la navidad, muchas otras celebraciones celebraciones, la Semana Santa, San Juan, Los Santos…
Fue cuando empecé a tener un vínculo más fuerte con los ritmos de la naturaleza cuando empecé a entender un significado más profundo y, aunque te suene raro, espiritualmente conectado a la naturaleza de estas celebraciones.
El solsticio de invierno son los días del año con menos horas y de luz. Los árboles pierden las hojas y guardan su salvia, muchas plantas laten en modo semilla, los animales duermen y la oscuridad llena las largas tardes.

La navidad cómo celebración del nacimiento de la luz
Es a partir del 24 que los días empiezan a ser cada vez más largos.
Entender la navidad como la celebración del solsticio es celebrar el nacimiento de la luz. Es una celebración en la que se busca mantener la luz interior en estos días oscuros y fríos. Es celebrar el cambio, la inflexión, aunque imperceptible todavía, hacia los días más largos.
No es de extrañar que el cristianismo eligiera estas fechas para el nacimiento de su dios. Son fechas muy especiales, con una energía introspectiva, conectando con nuestra parte interna y profunda, con nuestra comunidad y con la familia que se convierten en pilar. Todo un tanto desvirtuado con el tema comercial estos días.
Esta celebración ancestral, en directa relación con los ciclos y tan arraigada en muchas culturas que el cristianismo no fue capaz de eliminar y que convirtió al nacimiento de Jesús, su luz, su esperanza, su amor. Una transformación sutil, misma energía aunque cambiando el significado de conexión con la naturaleza.
Ahora, cada navidad agradezco y celebro con mi familia y comunidad, desde el corazón, celebro la luz interior, celebro la sabiduría y la magia de la naturaleza, celebro el descanso y la introspección del invierno y la seguridad de que después del invierno vendrá la primavera.

Celebrar el nacimiento de la luz en estos días oscuros me ayuda a mantener la luz viva en nuestros corazoncitos, a unirme a los míos para sentirme en familia, a agradecer, a compartir y a llenar barriguitas que siempre es una bendición.
Este sentido de unión con los ciclos, con la luz y con la familia le ha dado un nuevo sentido a la navidad. Por eso cada lucecita que pongo ahora tiene un significado real y así se lo intento transmitir a mi hijo y a quien me quiera leer.
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